“Eso de que se está muriendo lo dices tú”, fue la respuesta de la cárcel cuando 5 días antes de su fallecimiento, le denegaron el traslado solicitado para visitar a su madre.

 

ETXERAT. Josune Arriaga, presa política vasca, fue trasladada el viernes día 9 desde la prisión de Topas, Salamanca, a Iruñea para asistir al funeral de su madre, fallecida el día 7 tras una larga enfermedad. Solo 5 días antes, la prisión de Topas le había comunicado la denegación del traslado solicitado para visitarla.

Rodeada de un fuerte dispositivo policial, acompañada por su familia y por las decenas de personas que acudieron a mostrarle su cariño y solidaridad, la presa política vasca sólo puedo asistir al funeral de su madre, ya que también se le había denegado la asistencia a la incineración que había tenido lugar por la mañana.

A pesar de que los informes médicos entregados al hacer la solicitud confirmaban la extrema gravedad de su estado, la petición fue rechazada. “Eso de que se está muriendo, lo dices tú”, fue el comentario hecho por la cárcel al entregarle el documento que denegaba el traslado. En aquel momento, la situación de la madre de Josune Arriaga, era crítica, y los médicos habían anunciado que su fallecimiento podía producirse en cualquier momento.

Josune Arriaga fue encarcelada en mayo de 2010 y trasladada pocos meses después a la prisión de Topas, Salamanca, a 440 km de su domicilio familiar. Durante todo este tiempo, la madre de la presa política vasca estuvo privada de las visitas semanales y el vis a vis mensual a los que tenía derecho, ya que su enfermedad no le permitía realizar los casi 900 km de obligado desplazamiento. En 2014, Josune Arriaga fue trasladada a su domicilio familiar en Iruñea, para una visita de una hora en presencia de la policía.

Etxerat quiere recordar que una de las razones alegadas por la Audiencia Nacional al denegar el traslado a cárceles de Euskal Herria de las presas y presos políticos vascos, fue que ya se autorizaba el traslado de los presos para visitar a sus familiares cuando estos no podían hacerlo. Estas visitas de una hora, con presencia policial y generalmente esposados que se autorizan, cuando lo hacen, cada varios años, no impiden la vulneración del derecho a la vida familiar de las presas y presos políticos vascos y de sus familiares. Por otra parte, y como confirman los numerosos casos habidos, la arbitrariedad con la que se autorizan y deniegan, permite a las autoridades penitenciarias agudizar el sufrimiento de las presas y presos vascos y el de sus familiares.