ETXERAT (1-4-2023). Hemos querido detenernos por un momento para compartir el recuerdo de todas aquellas personas que nos han dejado, víctimas todas de este largo viaje que se ha prolongado por más de tres décadas. En Etxerat, la asociación de familiares de los y las presas, exiliados y deportados políticos vascos, creemos que es la ocasión adecuada para hacerlo, ahora que precisamente acaba la parte más cruel de la excepcionalidad penitenciaria y que todas y todos nuestros familiares se encuentran ya en prisiones de Euskal Herria.
Conviene no perder de vista el pasado, conservar la fotografía que, en el caso de nuestros familiares, ha plasmado el blanco y negro del aislamiento, la conculcación de derechos y la muerte de 35 presos, mientras que en nuestro caso, ha fijado los rasgos del sufrimiento y la lejanía de las prisiones que dejamos ya, por fin, atrás.
Son las imágenes que nos ayudan a proyectar ahora el presente hacia el futuro de este país. Los y las familiares seguiremos proponiendo un debate sereno en el camino hacia la memoria inclusiva en la que todos y todas podamos reflejarnos.
Etxerat hizo pública, hace ya 4 años, una declaración de respeto y empatía hacia todas las víctimas de las diferentes expresiones de violencia, especialmente, a aquellas a quienes por acción u omisión hayamos podido, aún sin pretenderlo, contribuir a acentuar su dolor. Nosotras y nosotros, sin embargo, sólo hemos conocido el olvido. Esperamos, por lo tanto, que se vayan dando pasos efectivos en relación al reconocimiento y reparación de las víctimas, de todas ellas, también las de estas 16 personas y sus familias.
Creemos que la sociedad vasca lo entiende perfectamente. Cada año son recordados en sus pueblos, pero
no cabe duda que continúa faltando un marco legal en el que se vean reconocidas, una herramienta que posibilite reconocer que también a ellas les fueron conculcados sus derechos.
Es necesario seguir trabajando, continuar tejiendo consensos. Queremos agradecer a la representación política hoy aquí presente, el importante acuerdo al que llegaron hace ahora 3 años, por el que reconocieron el dolor de familiares de los fallecidos por la política de dispersión, mediante mociones aprobadas en los municipios de los que eran originarios. Un acuerdo al que se sumó, además, la mayoría sindical.
Son, no lo olvidemos, alrededor de un millar de personas afectadas por accidentes, 16 desaparecidas en esa imagen fija gris, del sufrimiento, de los familiares que nunca eligieron serlo, pero que por serlo, nunca han renunciado, en la medida que han podido, a llevar su amor a los suyos. Y en ese contexto establecido por la autoridad del estado han sido víctimas de accidentes, de peligros, de abusos de autoridad y discriminación.
Nos adentramos en un nuevo tiempo que ya viene marcado por el mantenimiento de la excepcionalidad en el caso de los y las presas vascas. Ya no habrá largos viajes, pero sigue quedando mucho trabajo por hacer. Nosotras y nosotros consideramos que es ya tiempo de que a nuestros familiares presos se les aplique la legislación ordinaria, sin doble cómputo, ni condena a perpetuidad, con permisos y terceros grados. Bajo la supervisión de
los jueces naturales. Todo ello contribuiría, sin duda, a afianzar la convivencia en este país. Sin políticas sustentadas en la venganza.
Hace falta avanzar en la construcción de la convivencia, mirando al futuro y por eso hoy hemos querido fijar el objetivo de la cámara en las víctimas de una dispersión que afortunadamente ha acabado. Es tiempo también para el reconocimiento y la reparación de todas ellas. Porque mientras no sean tenidas en cuenta, seguiremos hablando de una memoria colectiva incompleta.