ETXERAT. El alejamiento de las presas y presos vascos es una medida penitenciaria de excepción que se aplica, sistemática y globalmente, a este colectivo. Es el pilar fundamental de la llamada política de dispersión y tiene su mayor impacto, más que sobre los propios presos, sobre sus familiares y allegados.
Es innegable, así lo hemos valorado recientemente, que éste último año la movilización y el compromiso de la sociedad civil, junto con la paulatina implicación de los agentes políticos, sindicales y sociales e instituciones de Euskal Herria están sirviendo para ir dando pasos al objeto de romper el bloqueo que mantienen los estados español y francés. El horizonte es acabar con las políticas de excepción, superar las vulneraciones de derechos y hacer irreversible la resolución del conflicto y la verdadera paz. Pero lo cierto es que a día de hoy la situación que padecen los presos vascos y sus familiares y allegados no se ha movido un ápice.
En ese contexto, reiteramos nuestra voluntad y disponibilidad para continuar dando pasos decisivos por nuestros derechos y los de nuestros familiares y amigos presos. Fruto de ese compromiso, queremos hacer pública hoy la segunda estación de la iniciativa “Los vértices de la dispersión” que pusimos en marcha en febrero de 2016, hace prácticamente dos años. “Los vértices de la dispersión” es una planificación de trabajo que pretende hacer visibles los diferentes perfiles afectados por la actual política carcelaria, indistintamente de su condición. La primera fue “Menores y dispersión”, que buscó y consiguió acercar a la sociedad una realidad muy poco conocida: la de una infancia sometida a unas medidas de excepción que condiciona su vida, su desarrollo, su afectividad y su futuro.
Hoy presentamos un segundo vértice de la dispersión, “Personas mayores/familiares enfermos y dispersión”. Queremos llamar la atención sobre otro de los sectores más vulnerables de entre quienes más sufren el impacto del alejamiento: el de las personas de edad avanzada, y aquellas imposibilitadas por razones de enfermedad para viajar a esas lejanas prisiones, a fin de visitar a sus familiares encarcelados.
Queremos subrayar que el 70% de los y las presas vascas se encuentra en cárceles alejadas entre los 600 y 1.100 km de sus domicilios. El 98% de los padres y madres han cumplido ya 60 años de edad, pero en su mayoría superan los 70. En el mismo caso se encuentran otras personas con vinculación familiar, como tí@s y abuel@s. La gran mayoría también cargan con el peso de entre 10 y 30 años de viajes forzosos y continuos, largos y costosos en todos los sentidos.
Las limitaciones que impone la edad avanzada, unidas a una situación que ha desgastado su salud por tanto viaje, les acercan al momento más temido: la renuncia obligada a visitar a sus hijos, a sus nietos, a sus sobrinos.
En el plazo de un año, dos familiares han debido ser hospitalizados, una durante el transcurso de una visita y otro, recientemente, antes de poder realizarla. Hace exactamente un año Mari Carmen Anza, madre de Olatz Lasagabaster, comenzó a sentirse mal mientras visitaba a su hija Olatz Lasagabaster en la prisión de Valencia. Fue hospitalizada al detectársele una neumonía con complicaciones posteriores. El pasado fin de semana, Jose Aranburu, presente aquí en esta rueda de prensa, sufrió un importante bajón de azúcar cuando salía del hotel próximo a la prisión de Villena para realizar la visita a su hijo Gotzon. Fue hospitalizado con pronóstico grave, perdiendo la visita, siendo la segunda ocasión en el plazo de tres meses en que ha tenido que recibir atención hospitalaria relacionada con el deterioro de su salud, agravada por los largos viajes que debe realizar.
Son algunas de las consecuencias de estos viajes impuestos, de estas visitas a lugares muy lejanos que sólo se pueden entender en términos de venganza y a los que los familiares no les queda más remedio que aferrarse, sea cual sea su estado de salud, si quieren seguir viendo a sus hijos e hijas, a sus nietos o sobrinas.
Queremos recordar y mostrar nuestro reconocimiento a todos aquellos familiares y amigas que nos han acompañado en el trabajo de Etxerat durante tantos años y ya no están con nosotros y nosotras. A todas aquellas y aquellos a quienes está cruel política de excepción ha impedido haber visto realizado su deseo de ver a sus familiares presos en libertad.
Queremos agradecer a los profesionales de la medicina, sicólogos, y a las plataformas de pensionistas por los derechos sociales que han contribuido en la elaboración del informe “Personas mayores y dispersión” y que desde hoy está disponible en la web de Etxerat.
El próximo mes de marzo iniciaremos la labor de socialización de los contenidos de este trabajo en pueblos y barrios de Euskal Herria, mediante charlas y la emisión de un vídeo con testimonios.
¡Las y los queremos vivos y en casa!