ETXERAT. En las dos últimas semanas de este mes de octubre nos han golpeado situaciones y decisiones dolorosas. La semana pasada, con la detención de Karlos Apeztegia, nuestro compañero en Etxerat y responsable de ayudar a los familiares de presas y presos vascos en el Estado francés a gestionar las visitas y otros trámites. Esta misma semana, con la decisión del Tribunal de Estrasburgo de desentenderse sobre la aplicación del doble cómputo de las penas en el Estado español.

Ninguna de las dos es una buena noticia, y las dos son situaciones que solo ayudan a enquistarnos en un escenario que, no sólo nosotras y nosotros, sino una amplia y plural mayoría de la sociedad vasca quiere dejar atrás. Así quedó demostrado en Donostia este pasado sábado y así lo demuestra también el trabajo de los agentes políticos y sindicales, de las instituciones y de la sociedad civil por la paz y la resolución.

En primer lugar, queremos dirigirnos a la familia de Karlos Apeztegia. Demasiado bien sabemos por lo que están pasando ahora y queremos que, en estos momentos, tengan muy presente que cuentan con todo nuestro apoyo, solidaridad y cariño. A sus padres, a su compañera y a su hija, a todos sus familiares y amigos, un fuerte abrazo. Y para tí Karlos, nuestro abrazo y beso más caluroso.

Con respecto a la decisión tomada en Estrasburgo, no vamos a entrar en valoraciones jurídicas que no estamos en situación de hacer, ni en valoraciones políticas que no nos corresponden, pero sí tenemos muy claro que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha puesto a sí mismo en tela de juicio. Sabemos que lo que el Estado español llama ingeniería jurídica, sólo es un juego sucio y viciado para dar espacio a la venganza y para tratar de evitar un escenario de paz que siempre le ha molestado. Lamentamos el respaldo que Estrasburgo ha brindado al Estado español, porque siempre hay que lamentar que entre ley y justicia haya diferencias insalvables.

Nunca hemos dicho ni hemos pensado que el camino iba a ser fácil. Tampoco vamos a negar que las dificultades, las trabas y los obstáculos superan en demasiadas ocasiones las peores expectativas; que está siendo más difícil aún de lo que imaginábamos, y que a veces parece que nos falta hasta el aliento. Pero no hemos llegado hasta aquí para detenernos. Valoramos demasiado lo que hemos sufrido y lo que seguimos sufriendo para dejar que tanto sufrimiento, no sirva para nada: el único camino que se cierra es el que se abandona.

Y nosotros no vamos a cerrar caminos; no vamos a abandonar, no vamos a detenernos y mucho menos, a rendirnos. Mirar al futuro es un derecho que no nos han podido quitar y al que no vamos a renunciar. Por eso hoy, como siempre pero con más razones que nunca, como tan bien sabemos hacerlo, nos levantamos, tomamos aire, respiramos hondo, recargamos fuerzas y miramos hacia el futuro.

Ánimo y adelante. Podemos conseguirlo y lo vamos a conseguir.

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