ETXERAT. El 3 de mayo ETA anunció en Ginebra su desmovilización. Si todos los pasos dados hasta el momento en el camino hacia la paz duradera han sido importantes, éste era decisivo. Era el punto final de un largo proceso y el punto de partida hacia un nuevo escenario.
Pero necesitamos puntualizar que lo que llamamos nuevo escenario, no es, en realidad, el escenario anhelado por todos nosotros y nosotras, que la sociedad vasca está exigiendo y por el que está trabajando. Es nuevo, sin duda, porque tenemos la garantía de que hay situaciones que ya no se van a repetir; sin embargo, en este mismo escenario, continúan activas situaciones que paralizan el proceso de paz, que han provocado 16 víctimas mortales, daños irreparables y que siguen provocando, a día de hoy, un enorme sufrimiento entre nuestros familiares encarcelados y nosotros y nosotras mismas.
Precisamente el pasado mayo se cumplieron 29 años de la puesta en marcha de la política penitenciaria de dispersión. Han sido tres décadas asistiendo a un baile de declaraciones y justificaciones para lograr el apoyo necesario de cara a sustentar una política penitenciaria vulneradora de derechos y generadora de sufrimiento que para nosotros nunca ha tenido razón de ser. Se llegó a reconocer la dispersión como medida de presión y chantaje para conseguir la desaparición de ETA: era el fin que justificaba los medios. Desaparecida ETA, se pondría fin a la política de dispersión, dijeron, y hubo quien le puso fecha y hora a su final: 48 horas después de que ETA anunciara que dejaba de existir.
Somos receptores directos de las consecuencias de las políticas de excepción, somos los primeros afectados por el alejamiento y cada fin de semana, nuestras vidas se ponen en riesgo. Cada fin de semana, hay cientos de niños, de personas mayores, de personas enfermas; de personas de toda edad y condición, que se ven obligadas al temor de sufrir un accidente, al dolor y al cansancio, al sufrimiento, para que la venganza pueda cobrarse una nueva cuota. El alejamiento no es sólo un “problema de presos”, es una medida que afecta a ciudadanas y ciudadanos vascos y un problema de la sociedad vasca porque es sobre la que deja caer sus consecuencias.
Hoy en día, tras la desmovilización de ETA, no les quedan más excusas para justificar lo injustificable. No puede mantenerse ni un minuto más la política penitenciaria de excepción conculcadora de derechos que se sustenta en la venganza. La sociedad vasca quiere superar esta situación.
Nosotras y nosotros, como toda persona que sufre, necesitamos dejar atrás el sufrimiento, necesitamos esperanza para sobrellevarlo y necesitamos confianza en que esta situación debe terminar. Ya nos habíamos pronunciado anteriormente en similares términos, y ahora queremos reiterarlo. Etxerat reconoce el sufrimiento ocasionado por todas las expresiones de violencia. Conocemos el sufrimiento en carne propia y, por eso, somos capaces de reconocer otros sufrimientos, ya que, como a la mayoría de las víctimas de este país, a nosotras y nosotros no nos mueve ningún sentimiento de venganza ni de revancha por todo lo que hemos sufrido. Lo que nos mueve realmente es que nada de todo esto se vuelva a repetir.
Compartimos la necesidad de que el nuevo escenario sirva para escuchar y reparar todas y cada una de las consecuencias de la violencia derivada del conflicto y en ese proceso, la cuestión de los presos y presas y exiliados es una de las piedras angulares, pero, mientras tanto, los familiares estamos aquí, en el centro de la política de dispersión. Seguimos sin poder dejar atrás el sufrimiento para hablar, de una vez por todas, en presente y futuro. Nosotras sí tenemos prisa porque no es asumible mantener por más tiempo una política penitenciaria de excepción diseñada para una situación ya superada. No pedimos beneficios. Exterat habla de derechos y los derechos no deben estar sujetos a contrapartidas.
Compartimos con el Foro Social, del que Etxerat forma parte, la agenda urgente en relación con la reintegración de las personas presas que se está compartiendo con instituciones y agentes políticos y sociales; acercamiento, libertad para los presos con enfermedades graves e incurables, el desbloqueo de la progresión de grados y la acumulación de penas en base a la normativa europea. Pero reiteramos, a la vez, la urgencia máxima con la que se debe abordar el final del alejamiento y la libertad de los presos enfermos, para lo que apelamos a la voluntad de la sociedad y a seguir en el camino de la consecución de acuerdos entre diferentes que nos permitan avanzar hacia la resolución.
Pedimos a las fuerzas políticas, a las instituciones, a los parlamentos vasco y navarro, la firmeza necesaria para afrontar una etapa, que sabemos complicada, y su apoyo y respaldo a la labor de la sociedad civil. Reiteramos también que no hablamos de beneficios, no hablamos de recompensas, ni de premios ni de contrapartidas: hablamos de derechos y de las gravísimas consecuencias de su vulneración; hablamos de víctimas potenciales. ¿Podría entender o asimilar la sociedad vasca, que tan clara ha dejado su posición frente al alejamiento, una nueva víctima de la dispersión?
¡Lxs queremos vivxs y en casa!