ETXERAT. Tres familiares, entre ellos una menor, del preso político vasco Ibon Goieaskoetxea, encarcelado en la prisión de Arlés, se vieron implicados en el tercer siniestro del año ocasionado por la política de dispersión. Podríamos decir que el accidente tuvo lugar a la altura de Toulouse, y que estuvo causado por el repentino frenazo del coche que circulaba delante del de los familiares del preso vasco, que también fue embestido por el coche que circulaba detrás. Este sería el relato de uno de los muchos accidentes de carretera que se registran a diario.

Sin embargo, sería un relato sesgado que no atendería al verdadero origen y causa de este accidente: una política penitenciaria de excepción que obliga a los familiares de presas y presos políticos vascos a recorrer miles de kilómetros para poder ejercer su derecho a la vida familiar. La prisión de Arlés, está situada a 850 km del domicilio familiar de Ibon Goieaskoetxea: Un viaje, obligado, impuesto, de 1.700 km para poder realizar una visita condicionada, de antemano, por un precio muy alto en todos los sentidos: los riesgos, el cansancio, los costes económicos.

Viajes interminables hasta las caŕceles de Clairvaux (1.016 km), Alençón (738 km) o Tarascón (664 km), cárceles lejanas donde se encuentran presos aislados sin compañía alguna. Cualquier persona, de cualquier edad, sin distinción por su condición, por su situación o por los derechos que le asisten, vinculada a un preso político vasco, se encuentra sometida a las condiciones y consecuencias del alejamiento, uno de los principales pilares de la política de dispersión. También los menores, que ven cómo la continuidad de una política penitenciaria que ya debería estar desactivada, invalida sus derechos más elementales, incluido el derecho a la salud y a la vida.

Ésta es la situación. Sus consecuencias son responsabilidad directa de la existencia y continuidad de una política penitenciaria de excepción, de sus gestores y de sus partidarios.

Aunque hace unos meses partidos políticos franceses apoyaron el informe Bergeron (con excepción del Frente Nacional) aprobado en el Parlamento Europeo, donde condenaban toda política de alejamiento aplicada en cárceles europeas, el Eestado francés sigue siendo uno de los responsables y colaboradores de esta política de exterminio. El nuestro no es el relato de un accidente de carretera, es el relato de los riesgos impuestos y de sus consecuencias. Nueve familiares accidentados en tres siniestros, cuando apenas hemos entrado en el cuarto mes del año. Nuevos daños que añadir a la larga lista de los causados por la dispersión sobre los familiares y allegados de presas y presos políticos vascos, entre ellos 16 víctimas mortales.

La decidida voluntad de la sociedad vasca, los esfuerzos de la delegación de agentes, organismos y cargos públicos de Ipar Euskal Herria que ha establecido contacto con otros agentes, asociaciones de DDHH en el Estado francés, incluso con el propio ministro de Justicia, ha inclinado al gobierno francés a dar unos primeros y tímidos pasos hacia lo que nosotros entendemos que puede ser el fin de la actual política penitenciaria.

Por eso, mantenemos toda nuestra confianza en la sociedad civil vasca y en los agentes que, con tanta firmeza, exigen el fin del alejamiento, la excarcelación de los presos gravemente enfermos y las libertades condicionales correspondientes. Confianza y apoyo que trasladamos al Forum por la Paz organizado por Bake Bidea y Artesanos de la Paz que transcurrirá este fin de semana en Baiona y Biarritz y también las movilizaciones llamadas por Bagoaz para exigir la libertad para los presos y sus familiares a quienes se les conculca sus derechos, entre ellos los de Jakes Esnal, Ion Kepa Parot y Frederik Haranburu que cumplen 28 años en prisión, el próximo 14 de abril.

Nuestra interpelación está dirigida directamente al gobierno francés: ¿Está preparado el Estado francés para asumir una víctima mortal creada por su política de alejamiento? Nosotros no podemos seguir esperando. El alejamiento causa daños irreparables y lo hace día a día, kilómetro a kilómetro. Se acerca otro fin de semana más y son miles de kilómetros a recorrer por cientos de familiares y allegados, nuevos riesgos como precio a un derecho que queremos ejercer.

Nosotras y nosotros, los familiares y allegados de presas y presos políticos vascos, estamos obligados a asumirlos. En este momento, no tenemos otro remedio, no tenemos otra opción, porque todavía existe la voluntad de que no las haya: que cada cual asuma, igualmente, sus responsabilidades. Y es responsabilidad del Estado francés acabar con este sufrimiento.

ETXEAN ETA BIZIRIK NAHI DITUGU!

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