ETXERAT (21-11-2019). Ésta es la entrevista que Diario de Noticias le ha hecho a Noé López, en nombre de la plataforma Karmele Gogoan, en el contexto del acto nacional de reconocimiento de las víctimas de la dispersión que Etxerat celebrará el día 23 de noviembre en Gernika.

El 6 de diciembre de 2004 Karmele Solaguren y José Luis Guerra viajan a la prisión de Alcalá Meco, donde su hijo Ekain se encuentra en prisión preventiva acusado de colaborar con ETA. Cerca de Soria se detienen para socorrer un accidente, pero al bajar del coche un vehículo los arrolla. Ella muere, él sufre heridas graves. Su hijo quedaría poco después en libertad absuelto de todos los cargos.

Es uno de los dramas que ha dejado la dispersión los últimos 30 años. “Los siniestros que provoca la dispersión no son un accidente porque se pueden evitar”, subraya Noe López, miembro del colectivo Karmele Gogoan, que desde 2014 trabaja en Barañáin por la memoria de Solaguren y para que sea oficialmente reconocida como víctima de la dispersión.

López denuncia que hechos de este tipo “pueden volver a suceder” porque el alejamiento sigue vigente, con el coste y el riesgo que implica para los amigos y familiares. “Son víctimas también, condenadas sin juicio al riesgo que supone la carretera, al perjuicio económico que supone”, destaca el miembro de la plataforma, que señala a los hijos e hijas que “pasaban buena parte de su infancia obligados a sufrir viajes sin sentido alguno”.

Solo en Barañáin son cinco millones de kilómetros y medio millón de euros en gastos los que ha dejado la dispersión las tres últimas décadas. La plataforma Karmele Gogoan consiguió que en 2018 el Ayuntamiento de la localidad reconociera a Solaguren como víctima. Pero no es suficiente. “No entendemos por qué el Gobierno de Navarra no ha dado todavía ese paso”, lamenta López, que avanza que participarán en el acto del sábado en Gernika para intentar que el Gobierno de España corrija definitivamente la política penitenciaria. “Siniestros como el de Karmele pueden volver a ocurrir porque la dispersión sigue vigente. Eso es lo que más nos preocupa. Porque son víctimas de una decisión política. Son víctimas que se pueden evitar. No se puede seguir normalizando todo el sufrimiento que provoca la dispersión”, reclama López.