ETXERAT (29-11-2020). Con el recuerdo de Sara en el corazón, un fuerte y cálido abrazo a todos sus familiares.
Han pasado 17 años desde aquél 29 de noviembre que cambió lo que era, para todos nosotros, un día festivo en Iruñea. Desde entonces es un día para el recuerdo, para la memoria, para el compromiso.
El alejamiento, que se llevó la vida de Sara y la de otros 15 familiares, continúa activo. Ha cambiado el mapa de la dispersión, pero sigue existiendo. Han cambiado los kilómetros a recorrer, que, para muchos de nosotros, ahora son menos. Pero siguen estando ahí, imponiendo distancia entre las presas y los presos vascos y sus familias, sus amigos. Imponiendo dificultades, imposibilidades, riesgos y víctimas potenciales.
El alejamiento continúa activo, pero, aunque mañana mismo se eliminasen las distancias y por fin, tuviéramos a nuestros familiares aquí, en Euskal Herria, seguiremos teniendo trabajo pendiente: el reconocimiento del sufrimiento que ha causado, el reconocimiento de las 16 víctimas mortales de la dispersión. Por eso, no venimos recordar a Sara solamente con y por cariño, aunque sea mucho el que cada año reunimos en este rincón. Venimos a recordarla para que forme parte de la memoria de este pueblo. Para que ella, Karmele, y todas las víctimas de la dispersión, sean camino hacia la construcción de la verdad y la justicia.
Sabemos que no es un camino fácil, pero hemos aprendido a transitar por los senderos más incómodos. Conocemos las dificultades, la impotencia, el dolor, pero conocemos también el significado de la solidaridad, el calor de una mano tendida y el valor incalculable del compromiso. Trabajaremos, seguiremos trabajando y lo haremos bien. Con responsabilidad, con dignidad. Porque nuestra deuda con las víctimas de la dispersión, es conseguir que sean reconocidas trabajando con responsabilidad y dignidad. Sin revanchismos, sin cerrar vías, sin causar más dolor. Para que todos los sufrimientos desaparezcan y lo que ha ocurrido, nunca más vuelva a ocurrir.