El padre del preso falleció el sábado pasado y su madre tiene incapacidad total desde hace años; Arriaga solicitó el permiso el pasado septiembre.

ETXERAT. El preso político vasco Rufino Arriaga (Sevilla, 910 km) solicitó el pasado septiembre el permiso extraordinario para ser trasladado temporalmente a cárceles vascas para poder ver a su familia: llevaban años sin poder verle debido a la avanzada edad de sus padres. A pesar de que hace tres años le fue concedido el permiso para ver a su madre – tiene incapacidad total desde hace tiempo -, esta vez, instituciones penitenciarias ha denegado el permiso que lleva solicitando desde Septiembre. El pasado sábado su padre falleció.

Este nuevo caso se suma a la larga cadena de vulneraciones que padecen los presos políticos vascos y sus familiares con respecto al derecho a la vida familiar (los últimos han sido los casos de los presos Unai Bilbao el pasado Diciembre, y el de Ana Belén Egues, en Febrero).

Esta terrible situación pone en entredicho por enésima vez la afirmación pronunciada por la Audiencia Nacional en Noviembre pasado:

La situación de los familiares en cuanto a un hipotético impedimento de desplazamiento al lugar del Centro Penitenciario, ya sea por razones de edad, de estado de salud, u otras de tipo económico, se solventan con los permisos extraordinarios que puede solicitar el interno, sin perjuicio de que aquellos rechacen el tratamiento penitenciario, en cuyo caso las dificultades o trabas para el ejercicio de este derecho, serán una consecuencia de la propia voluntad del interno.

Por una parte, queda demostrado que el alejamiento impide el ejercicio del derecho a la vida familiar y dificulta las relaciones de las personas presas con sus familiares y allegados, y por otro, la negativa a conceder los permisos extraordinarios que son su derecho, incrementan y se ensañan en esa vulneración. Todo esto deja en evidencia el claro objetivo de aislar a los presos políticos vascos y sus familiares, los unos de los otros.