Es viernes. Han pronosticado nieve, hielo, frío y agua para muchos rincones de los estados español y francés. Pero nosotros y nosotras estamos obligados a ponernos en carretera para poder ver a aquellos que más queremos. Decimos obligadas, porque así es si queremos ejercer ese derecho. Solo por ser familiares de los y las presas políticas vascas, nuestros derechos se ven vulnerados por la política de dispersión, sistemáticamente.
Según los datos que manejamos, somos unas 900 personas, los vascos y vascas que nos tenemos que poner en carretera, a recorrer miles de kilómetros, por la maldita dispersión. Que con este tiempo, tenemos que salir a la carretera. Nos vemos obligados y condicionados a realizar estos largos y duros viajes, porque no tenemos otro remedio en nuestra única visita mensual (de media). Este es el castigo que nos aplican a los familiares. Los datos son claros. De los 461 presos y presas políticas vascas en prisión son tan solo 4 los que están en prisiones vascas. El %76 de ellos y ellas se encuentran dispersadas a entre 500 y 1100 km de distancia. Esto supone que casi 8 de cada 10 familiares recorrerán este frío fin de semana más de 500 de ida y otros 500 de vuelta hasta las cárceles. Más escandaloso es aún el dato de las personas que se tienen que trasladar a prisiones como la de Puerto de Santa Maria, Algeciras o Bapaume, que enfrentan 1000 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para, si todo va bien, volver a casa el domingo. 2000 kilómetros en un fin de semana plagado de riesgos.
La dispersión conculca nuestros derechos, los nuestros y los de nuestros familiares en prisión. En días tan crudos como el de hoy, viajar en estas condiciones es muy duro y peligroso. Pero no tenemos más opción. Es nuestra la decisión de viajar, pero la responsabilidad de que nosotros salgamos es política. Porque la dispersión es un castigo político a los presos. Y a nosotros. A los familiares. Hoy saldremos a las carreteras, porque no tenemos más opción. Por que vulneran, porque pisotean, nuestros derechos. Porque hay quien todavía defiende esta violencia. Defiende que tenemos que sufrir. Que nos que jugar la vida para poder visitar a nuestros familiares. Castigarnos porque les queremos. 900 personas salimos hoy hacia las cárceles. Así, algunos saldrán en el autobús que viaja hasta Andalucia - a las cárceles más alejadas del estado español-. Otros viajarán en las nueve furgonetas que los voluntarios y voluntarias de Mirentxin organizan para acompañarnos en los viajes. Pero es incalculable saber cuantos viajarán en sus coches particulares, en aviones, autobuses... Somos unas 900 personas las que viajaremos entre hoy y el domingo, personas expuestas a cualquier siniestro. Por decisión política. Por venganza.
Si no lo remediamos, si no desactivamos antes este maldito mecanismo, la dispersión cumplirá este año 26 años. 26 años en los que ha provocado 16 víctimas mortales. La última de ellas, la de la vitoriana Natividad Junco. Han transcurrido siete años desde entonces y para nosotros, desgraciadamente, nada ha cambiado. La dispersión sigue activa, vulnerando derechos y nosotros seguimos jugándonos la vida cada fin de semana ante la pasividad de los partidos políticos y la inacción del Gobierno Vasco.
Sólo en 2014, la dispersión provocó 10 accidentes. Según avanzaban los meses, el número de accidentes iba creciendo, hasta llegar a 10. Una treintena de personas se vieron involucradas y en el más grave, falleció una persona. Estos accidentes tienen responsabilidad política. Y antes accidentes los partidos políticos no estuvieron a la altura. Estos accidentes ocurren porque se vulneran sistemáticamente nuestros derechos humanos. ¿Dónde están las palabras de los partidos ante estos hechos? ¿dónde sus acciones ante los accidentes y los heridos? Estos accidentes no son casualidad; son una causalidad.
Tenemos muy claro lo que supone salir este fin de semana a la carretera. Pero tenemos igual de claro lo que supone quedarnos en casa, lo que supone renunciar a la visita. Por eso, queremos enviar desde aquí un abrazo, un beso a nuestros amigos y familiares que están en la cárcel, preocupados con si llegaremos o no llegaremos. Un beso a los que decidan salir y acudir a las visitas. Un abrazo, a los que se quedan en casa, atentos al teléfono, a las espera de recibir el mensaje de que hemos llegado sin problemas. Como siempre, eso sí, hacemos un llamamiento a extremar las precauciones. Antes de salir a la calle animamos a consultar las webs meteofrance.com trafikoa.net , infocar.dgt.es/etraffic/ y viamichelin.fr/web/Trafic para conocer el estado real de las carreteras.
Por otra parte, queremos registrar todas y cada una de las incidencias que ocurran en los viajes. Por ello, os animamos a comunicarlas. A través del teléfono, el whatsapp, email o redes sociales pero... comunicarlas. Los emails para ellos asistentziaesp@etxerat.eus y asistentziafr@etxerat.eus Del mismo modo, animamos a toda la ciudadanía a que denuncie la dispersión también en las redes sociales. Para ello, proponemos los hastags #DispertsioaSTOP y #BSQsHumanRights Con fotos, vídeos, comentarios... que cada persona elija pero tenemos que denunciar la dispersión para terminar con ella.
¿Hasta cuándo vamos a tener que estar jugandonos la vida cada fin de semana? ¿Que más tiene que ocurrir para que terminar con las vulneraciones de derechos humanos se perpetuan sea el primer objetivo de las agendas políticas?
Desactivemos YA la violencia de la dispersión.
Antes de concluir, queremos recordar también a Arkaitz Bellón, preso político vasco, y última víctima de la política carcelaria cuando acaba de transcurrir un año de su fallecimiento a 1000 kilometros de su casa. Arkaitz Bellón recibió varias palizas en diferentes cárceles que Etxerat denunció.
Paliza en Estremera
Palizas como la que conocimos ayer. En la cárcel de Estremera, en Madrid un preso social psicológicamente inestable agredió al preso político de Donostia Iñaki Imaz cuando salía al patio. Los presos de Estremera habían enviando varias instancias para advertir del difícil estado mental del reo. La inacción y la dejación de Instituciones Penitenciarias vuelve a tener consecuencias.
Desde que Iñaki Imaz fuese agredido hasta que fue conducido al hospital transcurrieron cuatro horas en las que tuvo que estar junto al agresor ya que nadie vigilaba el patio. El preso político vasco ha recibido varios puntos de sutura. El agresor ha sido, por fin, trasladado a otro modulo.