ETXERAT (8-9-2019). Han transcurrido 18 años y nos hemos reunido hoy en Soraluze, como cada año, para decir alto y claro que la dispersión y el alejamiento deben acabar de una vez para que nunca más vuelva a ocurrir. La muertes de Asier e Iñaki, al igual que el resto de los fallecimientos ocurridos con motivo de la dispersión, deben ser reconocidos porque necesitamos convertir nuestro dolor en un paso definitivo el futuro.
Reivindicamos su condición de víctimas de la dispersión porque una política penitenciaria de excepción que busca utilizarnos por alto que sea el precio, les obligó a estar donde estaban cuando la carretera se cobró el precio más alto. Vale la pena apostar por la resolución, la convivencia y la paz y, para ello, es imprescindible el reconocimiento de todos los sufrimientos. No queremos ser nosotras quienes, enquistando nuestro dolor, pongamos freno al futuro. Esta es la mayor aportación que podemos realizar.
Seguimos pagando un alto precio, nuestra condena por ser familiares y por quererles. La condena que pagaron Asier Heriz e Iñaki Saez. Ser familiar de presos y presas vascas y quererles no tiene que ser un delito.