Es más necesario que nunca humanizar la política penitenciaria, comenzando por la asistencia sanitaria digna

ETXERAT (25-1-2021). Antton Troitiño continúa aún hoy en la prisión de Estremera, 15 días después de que la Audiencia Nacional dictara el auto por el que se decretaba su salida de la misma, en aplicación del tercer grado, con motivo de la enfermedad grave que padece.

En este tiempo, el preso donostiarra ha sido trasladado hasta en cuatro ocasiones al hospital para recibir sesiones de quimioterapia, en condiciones muy adversas, toda vez que su familia ha viajado dos veces a la prisión con intención de volver con él a casa, cosa que no no han podido hacer los últimos 15 días, ya que, por efecto del laberinto burocrático de la Audiencia Nacional española (AN), hasta el pasado viernes, 22 de enero, no se declaró la firmeza del auto dictado el pasado 11 de enero, por el que se le aplicaba a Antton Troitiño el artículo 104.4 (3º grado).

Pese a la firmeza del auto, el preso vasco no pudo abandonar el pasado viernes de inmediato la cárcel para poder ser tratado de su dolencia con dignidad y garantías y en la cercanía con los suyos. Un informe de Instituciones Penitenciarias propuso aplicar a Troitiño la libertad condicional, en lugar del 3º grado. Fiscalía y juez no decidieron el viernes al respecto, lo que motivó que el preso aquejado de una grave enfermedad continúe en prisión. Desconocemos cuando será liberado Antton Troitiño.

Etxerat quiere mostrar su hartazgo por la ausencia de criterios y prácticas planteadas desde el respeto a la dignidad de las personas en casos de presos con enfermedades y dolencias graves, detrás de quienes, además, hay siempre familias. Estamos ya en otro tiempo, y el final de la política penitenciaria de excepción, más allá de la desactivación total del alejamiento y de otras medidas de excepción en los casos de los presos vascos, debe asimismo evolucionar hacia posiciones respetuosas con los derechos de los presos y hacia una dignificación de sus condiciones de vida.

Por sufrir muy de cerca las consecuencias de la desatención, cuando no del trato degradante, Etxerat viene manifestando desde hace mucho tiempo la necesidad de humanizar la política penitenciaria, comenzando por una asistencia sanitaria digna para nuestros familiares presos. Es notorio que la situación se ha agravado con la pandemia de la Covid-19, de hecho, incluso sindicatos de prisiones han denunciado la desasistencia y en algunos casos, la falta de médicos en las cárceles.

Antton Troitiño sintió los primeros síntomas de su dolencia hacia abril del pasado año 2020. En aquellas fechas había muy pocos médicos para atender a los presos de Estremera y, de hecho, no atendían en la consulta semanal que correspondía al módulo de aislamiento en el que se encontraba el preso donostiarra. De hecho, no recibió asistencia debidamente dirigida hasta el pasado setiembre. Tras las primeras pruebas que se le practicaron, la defensa de Troitiño solicitó el 27 de octubre su libertad.

Estamos ya en otro tiempo, y el final de la política penitenciaria de excepción, más allá de la desactivación total del alejamiento y de otras medidas de excepción en los casos de los presos vascos, debe asimismo evolucionar hacia una dignificación de sus condiciones de vida. No podemos obviar que las largas condenas, junto al ya señalado déficit asistencial, provocan un rápido deterioro de la salud, con el añadido de la situación de emergencia y riesgo añadido provocado por la Covid 19.

Etxerat reitera su llamamiento a la administración penitenciaria para que garantice, en todos los casos, el derecho a la salud y a una asistencia sanitaria digna para todos los presos. Volvemos a reclamar de los gobiernos español y francés la libertad inmediata de los 17 presos y presas vascas con enfermedades graves, así como de los mayores de 65 años de edad, mientras acercan a todas y todos a Euskal Herria.

Etxean eta bizirik nahi ditugu!